Leyendas de Lácenor: Los personajes de El Guardián Gris

23.07.2021

En lo que a personajes se refiere, El Guardián Gris supone un relevo respecto a La Ciudad Blanca, con la notable excepción de Sabryna, quien, como ya comentaba en el artículo sobre los personajes de La Ciudad Blanca (puedes leerlo aquí), hace el papel de vínculo entre unos y otros. Conviene destacar, eso sí, que, mientras en La Ciudad Blanca teníamos un grupo de héroes en todo el sentido de la palabra, la mayor parte de los protagonistas de El Guardián Gris está muy lejos de poder recibir semejante apelativo. Pero vamos a verlos con detalle. 

TÓRAK ZÁDOR. Al igual que Cuervo, nació como un personaje que creé para jugar a rol con mi grupo de amigos, y, también como el semielfo, es un personaje atormentado, aunque lo es de manera diferente y cargada de tragedia. Criado por los mismos Caballeros de Ángorthor que lo arrancaron de su hogar, no tuvo más alternativa que unirse a ellos si no quería morir. Se dejó arrastrar por los acontecimientos hasta que sus propios compañeros asesinaron a Zadora, su joven prometida, lo que provocó que algo se rompiese dentro de Tórak y que este masacrase a los asesinos, lo que supuso para él una condena a muerte de la que solo se salvó gracias a Caronte, al que Tórak conoció en su momento más oscuro. Fue entonces cuando emprendió un camino que le llevó, años después, a expulsar a los Caballeros de Ángorthor de la entonces llamada Isla Negra, que posteriormente rebautizó con el nombre de la joven fallecida (de quien tomó también su nuevo apellido cuando se convirtió en fugitivo tras escapar con Caronte). La Isla de Zadora se convirtió en su hogar, y fundó la Orden de los Caballeros de Zadora a la que pertenece Sabryna. Como puede verse, Tórak es un personaje hecho a sí mismo, alguien que se rebeló contra el mundo y contra los dioses para labrar su propio destino. Fue Caballero de Ángorthor primero y mercenario después, dos cosas que no eligió, sino que tuvo que aceptar; y, finalmente, se convirtió en Señor de Zadora y comandante de los Caballeros de Zadora, todo ello fruto de sus propios esfuerzos. Si Tórak nos enseña algo, es que tan solo aquel que lucha por lo que desea es capaz de alcanzar la gloria. La vida no acostumbra a regalar nada, o, cuando lo hace, suelen ser más trabas que ventajas. Nada de eso detuvo a Tórak Zádor. Respecto a su papel en El Guardián Gris, es el de aparente mesías, un campeón elegido por los dioses que, al final, resulta no ser más que el compañero del auténtico campeón. Nada de eso resta virtudes a un personaje que se encuentra entre mis favoritos de Leyendas de Lácenor. Antes comentaba que los personajes de El Guardián Gris distan mucho de poder ser considerados héroes. Pues bien, Tórak Zádor es la notable excepción a esa afirmación. 

Portada de El Guardián Gris (DLorean Ediciones)
Portada de El Guardián Gris (DLorean Ediciones)

CARONTE. Este personaje, creado por mi buen amigo Rubén Monzó, es más que el compañero de Tórak Zádor: es su hermano, no de sangre, pero sin duda sí de acero. Al igual que sucede con el caballero, se trata de un fugitivo, pues asesinó al noble que lo esgrimió como gladiador en el circo, donde Caronte se convirtió en Campeón de la Arena. Caronte no es ningún héroe, eso es algo que queda claro desde el primer momento, cuando lo vemos corriendo por una ciudad atacada y haciendo caso omiso de aquellos que suplican auxilio, pues nada tienen que ver con él. Tan solo le preocupa Sabryna, su amiga y la compañera de Tórak Zádor, y no perderá el tiempo salvando a nadie más. ¿O acaso se han creído que es un caballero? Este personaje tiene, además, un pasado con Necro, a quien odia más que a nadie en el mundo y sobre quien no deja de advertir a Sabryna. Un día de estos escribiré alguna historia sobre ellos dos en la que se muestre el mutuo odio que hay entre ambos. Caronte es ante todo un personaje pragmático y absolutamente leal. Su función en el grupo que forma a la fuerza con Nam, Nórbak y el propio Necro es la de velar por los intereses de su buen amigo Tórak Zádor, y, por extensión, por Sabryna y la Isla de Zadora, así como vigilar a Necro. 

NECRO. El origen de este personaje fue bastante particular. Si bien, como Cuervo y Tórak, nació como un personaje de rol, su nacimiento resultó totalmente aleatorio, fruto de tiradas de dados que decidieron raza, clase y características del personaje. El resultado fue muy diferente de mis personajes habituales, pero pronto quedé fascinado por él. Creo que fue la única vez que he llevado a un personaje malvado, y confieso que disfruté enormemente la experiencia. Tanto que mis compañeros de partida acabaron pidiéndome que dejase de usarlo; se me daba demasiado bien ser malvado. El Necro de El Guardián Gris es idéntico a ese viejo personaje de rol: oscuro, manipulador, extremadamente inteligente; un individuo que tan solo actúa según sus propios intereses, pese a que aquellos que lo rodean nunca acaben de comprender a qué responden esos intereses. El misterio es muy simple: Necro tan solo actúa movido por su propio interés, tal y como queda reflejado en un cómic de cuatro páginas que él protagoniza y que dibujó Aurelio Moreno. En la novela vemos que Necro se preocupa por Sabryna, pero tan solo lo hace porque la necesita para detener a Shylara. A fin de cuentas, si Senestria inunda Lácenor todo el mundo quedaría corrupto y sumido en la Oscuridad, lo que arruinaría su forma de vida. Necro se ve a sí mismo como un ser superior, y a las personas como meros animales que utilizar para sobrevivir y prosperar. No disponer de personas a las que utilizar sería, como poco, una gran incomodidad que Necro no está dispuesto a tolerar. En cierto modo es Necro quien salva Lácenor, aunque sea por egoísmo. Si bien es cierto que son Tórak Zádor y el dragón quienes combaten y derrotan al Heraldo Oscuro, son las acciones de Necro las que impiden que Senestria corrompa todo Lácenor. El final del personaje en El Guardián Gris fue un giro de trama que pretendo explotar en una futura novela. La mera idea de disponer de un personaje como Necro convertido en nigromante inmortal se me antoja llena de posibilidades. 

Mapa de Lácenor, dibujado por Pako Domínguez (DLorean Ediciones)
Mapa de Lácenor, dibujado por Pako Domínguez (DLorean Ediciones)

NAM y NÓRBAK. El primero, pese a poseer adiestramiento como mago, es más un cazarrecompensas que otra cosa; un personaje que bebe mucho de Indiana Jones, pese a que, a diferencia de lo que sucede con el Doctor Jones, a Nam le mueva más el oro que el patrimonio histórico. El segundo no pasa de ser un matón que disfruta de la violencia, sobre todo cuando esta trae consigo una buena bolsa de oro. Es un mercenario que, a diferencia de otros personajes, no se mueve por más interés que el de obtener riquezas. Al igual que sucede con Necro y con Caronte, Nam y Nórbak quedan muy lejos de la figura del héroe. A decir verdad, la estética de ambos está basada en la de dos viejos actores de cine, una popular pareja que gozó de gran éxito entre los años setenta y ochenta: Bud Spencer y Terence Hill. ¿Qué puedo decir? Siempre me he divertido mucho con sus películas. Algunos lectores me han comentado que Nórbak les parece un personaje con poco relieve, motivado tan solo por el brillo del oro y siempre en busca de excusas para meterse en una pelea. Es cierto, pero en realidad es así con toda la intención. Nórbak es exactamente eso, y lo es porque no necesita ser nada más. A fin de cuentas, no todo el mundo tiene una gran historia y fascinantes motivaciones detrás. Nam, por su parte, es un personaje que oculta un secreto. Tal y como queda constatado en El Guardián Gris, es el hombre en que se convirtió el bebé que Cuervo salva al principio de La Ciudad Blanca. Sin embargo, hay algo que nunca ha sido revelado en las novelas: ¿quién es ese niño y por qué los éldayar tenían tanto interés en acabar con él y con su madre? La respuesta llegará en una futura novela, pues Nam es un personaje de largo alcance. 

SHYLARA. A diferencia de lo que sucedía con Cirn e incluso de lo que vemos con Necro en El Guardián Gris, Shylara es el tipo de villano que tan solo quiere ver el mundo arder. Si el Paladín Blanco era un fanático de la Luz, Shylara lo es de la Oscuridad. Llevada por ese fanatismo está dispuesta a sacrificar a todo ser vivo en la faz de Lácenor tan solo porque cree que es lo que Ángorthor, el Dios Oscuro, desea que haga. Tal y como Necro demuestra, no puede estar más equivocada. Esto refleja la otra cara de la moneda que ya vimos con Cirn: lo terrible que puede resultar el fanatismo, sin importar los ideales ni las creencias de las personas. Tanto Cirn como Shylara, fanáticos convencidos de que obran en nombre de sus respectivos dioses, siegan cientos de vidas tan solo para, al final, descubrir que no cuentan con el apoyo de esos dioses a los que han consagrado sus vidas. ¿La moraleja? Que no es la fe la que hiere, sino aquello que las personas hacen en nombre de su fe. 

El Guardián Gris muestra un mundo mucho más oscuro que el de La Ciudad Blanca; un mundo condenado tanto por los actos de los dioses como por los de los mortales. Si en La Ciudad Blanca pudimos ver a cuatro héroes que luchan contra el mal, en El Guardián Gris toman el relevo una serie de personajes disfuncionales y muy poco heroicos que, pese a todas sus reticencias, se unen para salvar Lácenor no con el impulso de hacer el bien, sino por mera supervivencia. Tanto es así que, si los escenarios se hubiesen cambiado, ellos nunca habrían acudido a Orium para combatir a la Orden Blanca; al menos no sin una buena recompensa de por medio. No son los héroes que Lácenor merece, es cierto, pero son los que necesita.

Hasta aquí los dos artículos sobre los personajes de Leyendas de Lácenor. Os dejo con el enlace donde podréis encontrar la novela El Guardián Gris, tanto en formato físico como digital.

¡Seguid atentos a la página!

JOAQUÍN SANJUÁN